Espiral

[1]​ Normalmente se define con una función que depende de dos valores: el ángulo del punto respecto a un eje de referencia, y la distancia desde este punto al centro, situado en el vértice del ángulo.

Una hélice, en cambio, siempre es tridimensional: es una línea curva continua, con pendiente finita y no nula, que gira alrededor de un cilindro, un cono o una esfera, avanzando en las tres dimensiones (como el borde de un tornillo).

Parece que en muchos lugares representaba el ciclo «nacimiento-muerte-renacimiento» así como al Sol, que se creía seguía ese mismo ciclo, naciendo cada mañana, muriendo cada noche y renaciendo a la mañana siguiente.

Actualmente, la espiral también es empleada como símbolo para representar el pensamiento cíclico, en diversas propuestas filosóficas, espirituales, estéticas y tecnológicas, por lo que puede hablarse en rigor de cierto espiralismo o concepción espiralista, como refleja el arte del escultor canario Martín Chirino o el pintor cubano Ángel Laborde Wilson.

En Sobre el crecimiento y la forma,[2]​ D'Arcy Wentworth Thompson examina exhaustivamente estas espirales.

Imagen de una espiral arquimediana (negra), junto con una hélice cónica (roja) y una hélice cilíndrica (verde). En el caso de la hélice cónica, esta puede entenderse como una espiral tridimensional.
La hélice esférica o espiral esférica de infinitas revoluciones.
Triple espiral de origen celta en una jamba de tumba de túmulo.
Dibujo de los Prosobranchia, de Ernst Haeckel .