Se distribuye por India, Bangladés, Birmania, sur de China, Vietnam, Laos, Camboya, Tailandia, Malasia, Indonesia y Filipinas.
Sin embargo, y pese a la escasez del registro fósil, los herpetólogos están de acuerdo en que la gran radiación evolutiva del suborden ofidios no se produjo en el sur sino en el norte: se fraguó en Laurasia al iniciarse el Cenozoico y, al igual que sucedió con aves, roedores, primates y carnívoros, se tornó explosiva durante el Mioceno, período en el que aparecieron muchos de los géneros actuales de ofidios colubroides.
Se articula con la primera vértebra mediante un cóndilo occipital único, lo que le confiere una gran movilidad.
Así como estos últimos distorsionan el cristalino para enfocar los objetos más próximos, las serpientes realizan el enfoque desplazando el cristalino con respecto a la retina de un modo análogo al objetivo de una cámara fotográfica.
Los ojos de la cobra real tienen la pupila redonda como corresponde a un reptil diurno; los párpados están soldados en sí y forman una lente transparente encima del mismo ojo.
Con respecto a otras serpientes que son ciegas, la cobra posee una visión un poco mejor calibrada, pero sigue siendo ineficiente.
Cuando consiguen una presa de gran tamaño, pueden permanecer varias semanas sin comer gracias a que tienen un metabolismo lento.
Los síntomas pueden incluir dolor agudo, visión borrosa, vértigo, somnolencia y parálisis.
Aunque el veneno es débil en comparación con la mayoría de los elápidos basados en DL50 en ratones, todavía puede ofrecer una mordedura que puede matar a un ser humano debido a la enorme cantidad de veneno que le inyecta en una sola vez.
La muerte puede ocurrir tan pronto como 30 minutos después de ser mordido por esta especie.