Clarián de Landanís

Villaquirán imprimió también, en octubre de 1515, La demanda del sancto Grial en la ciudad imperial.

Las ediciones de Lisboa (1528) y Medina del Campo (1542) solo se conocen por referencias.

No se conoce ninguna otra obra suya: a pesar de que anunció que escribir¡a una segunda y una tercera parte de Don Clarián, las continuaciones del libro se debieron a otros ingenios.

Parece también que sabía bastante sobre Alemania, ya fuera por medio de lecturas o por haberla visitado.

Aunque no es un escritor muy notable, su lenguaje tiene elegancia en muchos párrafos.

Se ignora qué tipo de relación hubo entre el escritor y Lannoy.

En algunos pasajes de su obra, el autor abandona la narración para dirigirse directamente a Lannoy, como ocurre en el capítulo 44: "Pues, oh, cuán bien andantes muy magnífico señor, se pueden llamar aquellos que semejantes príncipes o señores alcanzan, cómo sea gloria y bienaventuranza muy cumplida para ellos en este mundo, y cuánto los tales los deben amar y servir con fe, amor, lealtad y firmeza!

Todo ello responde al tópico de la falsa traducción, típico del género caballeresco, que no solamente permitía al autor acrecentar el interés del lector crédulo, sino también disculpar en cierto grado los defectos de la obra.

E porque en aquel tiempo acostumbraban escribir en latín, llaman a este libro en alemán Gloriosa sancta magni imperatoris.

Mas después estos libros fueron sacados de latín en vulgar alemán por Bemón de Nurenberga, que fue un gran dotor, por mandado del emperador Filipo, bisnieto deste emperador Vasperaldo."

El Segundo libro, al igual que el Libro primero, está dedicado a las aventuras del príncipe sueco Don Clarián de Landanís y sus amores y matrimonio con la princesa Gradamisa, hija del emperador Vasperaldo de Alemania.

Libro de caballerías cuya primera edición debió publicarse entre 1518 y 1524, aunque la única impresión que hoy se conoce es la impresa en Sevilla en 1550.

Además, por lo general al inicio de cada continuación hay una escueta referencia a los últimos episodios de la obra anterior, que permite al lector orientarse.

Aparentemente, el soberano no se había tomado mucho interés por las producciones caballerescas del escudero, puesto que éste dice en Lidamán: "... ¨por qué assí vuestra alteza se olvida de un menor siervo e criado suyo, no queriendo recebir ni acebtar mi trabajo y desseo por servicio?"