Dado que el encéfalo es muy vulnerable a riesgos en su riego sanguíneo, el sistema circulatorio cerebral cuenta con muchos mecanismos de protección, entre ellos la autorregulación de los vasos sanguíneos, cuyo fallo puede provocar un accidente cerebrovascular.
Su irrigación proviene de las siguientes arterias: El sistema vertebro-basilar sostiene el riego sanguíneo hacia la porción posterior del encéfalo, incluyendo los lóbulos occipitales, el cerebelo y el tronco encefálico.
Su irrigación proviene de las siguientes arterias: El trastorno del riego cerebral posterior es bien conocido como insuficiencia vertebral-basilar.
El drenaje venoso del cerebro se puede separar en dos subdivisiones: superficial y profundo.
Desde ahí, dos senos transversales se bifurcan y se desplazan lateral e inferiormente en forma de ese formando los senos sigmoideos que, a su vez, dan lugar a las dos venas yugulares.
El drenaje venoso profundo está compuesto principalmente por venas situadas dentro de las estructuras profundas del encéfalo, que se unen detrás del mesencéfalo para formar la vena de Galeno.
[2][3][4] El FSC está regulado estrechamente para ocuparse de las demandas metabólicas del encéfalo.
[2][5] Una cantidad excesiva de sangre (una afección conocida como hiperemia) puede aumentar la presión intracraneal (PIC), comprimir y dañar el delicado tejido encefálico.
Los profesionales médicos deben tomar medidas para que aquellos pacientes con afecciones como el choque circulatorio, accidente cerebrovascular, edema cerebral o traumatismo craneoencefálico mantengan un FSC apropiado.
Estas técnicas también se usan para medir el FSC dentro de una región específica del encéfalo (FSCr).