[1] Su nombre vulgar en castellano, según el Diccionario de la Real Academia Española, es “chinchona” y no “cinchona”.La grafía “cinchona” proviene del italiano, ya que en esa lengua la sílaba escrita “ci” se pronuncia “chi”.El árbol de la quina puede ser reconocida dentro de su género por sus hojas que son generalmente más agudas en el ápice y tienen la domatia predominantemente en la porción basal (proximal), la extremidad del cáliz muy profundamente lobulado, y sus frutos con paredes de textura bastante gruesa; mientras en Cinchona calisaya las hojas en su mayoría son obtusas a redondeadas en el ápice y con las domatias en su mayoría que se encuentran en la parte superior, la extremidad del cáliz superficialmente lobulada, y sus frutos con paredes parecidas al papel.Por este nombre se la conoció desde mediados del siglo XVIII, cuando el naturalista sueco Carlos Linneo hizo su clasificación científica.A partir de 1802, el científico alemán Alexander Von Humboldt estudia la quina, encontrando que según él la mejor es la variedad roja de Loja a la cual clasifica como Cinchona succirubra.Para contrarrestar la ocupación de Indonesia por los japoneses, Estados Unidos fomentó las plantaciones en Sudamérica y Costa Rica, así como la producción de medicamentos sintéticos contra el paludismo, los cuales posteriormente han llegado a sustituir masivamente a la quina en el tratamiento del paludismo, pese a lo cual, la quina o los fármacos con quinina, aun son medicamentos de elección para los tratamientos contra las infecciones del Plasmodium falciparum.Se emplea principalmente como tónica en forma de polvo, extracto, tintura, jarabe, vino, etc.; y al exterior en infusión o cocimiento para el lavado de heridas y úlceras.Contiene diversos alcaloides,[10] de los cuales los más abundantes e importantes son cuatro, todos útiles como antipalúdicos y empleados colectivamente para preparar la totaquina.[11] Aparte de alcaloides, posee también principios astringentes (taninos proantocianidoles dímeros y trímenos) y otros compuestos como ácidos orgánicos (ácido quinotánico, rojo cincónico) o compuestos terpénicos que intervienen en su amargor.