Chayito Valdez

Contó con Amalia Mendoza como su madrina, La Tariácuri, la que le pidió cantar a capella «Leña de pirul».

Chayito, muy pequeña, andaba vendiendo empanaditas (pan de harina de trigo con dulce) a la entrada del cine Murcia en Guasave, donde se presentaba la Caravana Vallejo, y esa noche Amalia la presentó como una voz infantil con gran futuro.

Doña María se negó por el dolor que le causaba separarse de su hija.

Pero al sobrevenir la separación vuelve en ella la necesidad de cantar, por el talento tan grande que poseía y más aún por los sentimientos que le dejó dicha separación, así como por la necesidad económica de sacar adelante a sus tres hijas.

Doña María Zacarías, en el templo de Nuestra Señora del Rosario de Guasave, Sinaloa, le hace jurar a Chayito que sería la última vez que intentaría hacer carrera artística.

Siguió participando en los Festivales Ranchero y como ella dice -No hay quinto malo- ganó el Quinto Festival de la Canción Ranchera con la canción No me pregunten por él, de Carlos Peña.

En este percance se fracturó la columna vertebral, quedando sin movilidad en sus extremidades inferiores; toda su recuperación inicial la llevó a cabo en Monterrey, debido a que los servicios médicos en la Ciudad de México estaban devastados por el terrible terremoto de 1985.

De su tremenda experiencia vivida la única artista que se acercó a ella en su convalecencia fue la señora Lucha Villa, por la cual Chayito sentía un cariño muy especial.

En el Aeropuerto de Guadalajara al trasladarla a la terminal, el personal de tierra, debido a un descuido no la sujetó correctamente y Chayito se les cayó en la pista, se dio un golpe en la nuca, no hubo ningún problema aparente.