Constituyen vestigios arqueológicos del pasado indígena precolombino de la región.
[10] Esto ha dado lugar a varias controversias entre científicos e historiadores.
[11] Tampoco faltan quienes se dedican a estudiar estos montículos como aparatos funerarios.
[12] Ya desde fines del siglo XIX, estos fenómenos atrajeron la atención de investigadores como José Arechavaleta,[13] y también fueron nombrados por José Henriques Figueira y Francisco Bauzá.
[14] En la actualidad, un arqueólogo que ha dedicado su vida profesional a esta investigación es Oscar Prieto.