El concepto tiene su origen en una conducta antigua de muchas personas que recogían animales heridos y los cuidaban en su propia casa hasta poder asegurar su vuelta a la naturaleza.
[2] La suelta de animales suele aprovecharse para sensibilizar a la población y realizar actividades formativas.
La recuperación de fauna salvaje se lleva a cabo en centros especializados que cuentan con profesionales preparados específicamente para ello: veterinarios, biólogos, etc. Y dado que suponen una oportunidad para veterinarios recién graduados para adquirir experiencia en un campo relativamente nuevo, algunos centros han llegado a convertirse en hospitales de enseñanza acreditada y ofrecen la posibilidad de internado temporal.
Además del daño físico que, debido a su naturaleza, puede provocar un animal salvaje, puede comportarse como vector de múltiples enfermedades, y de hecho muchos actúan como reservorios de enfermedades que pueden estar relativamente controladas en nuestra sociedad, como la tuberculosis o la rabia.
[4] Desde que los centros pasaron a estar directa o indirectamente bajo el control gubernamental, se han convertido en lugares a los que la gente puede acudir en caso de problemas relacionados con fauna silvestre.