Por el contrario, las autoridades soviéticas agitaron grandes expectativas acerca del entonces esperado crecimiento demográfico.
[2][1] de habitantes, pero según Stalin debía considerarse que esos datos subestimaban la “población real”.
Por ejemplo, durante del Holodomor en Ucrania, varios campesinos famélicos trataron (a pesar de la prohibición oficial) de escapar hacia las ciudades, donde con suerte lograrían ganar algún dinero para comprar comida o, en su defecto, por lo menos podrían mendigarla.
Volkov especula al respecto que nunca en la historia moderna un asunto eminentemente técnico como un censo sería tan puntillosamente manejado por funcionarios oficiales de tan alto rango..[2] Mientras que los contemporáneos de Stalin alababan (o fingían hacerlo) lo claro y concisos que eran esos formularios diseñados por Stalin en el diseño de estos formularios, varios académicos modernos han criticado los no siempre buenos significativos cambios allí introducidos.
Algunas preguntas (como las relacionadas con la categoría social) eran extremadamente vagas, por lo que permitían diferentes interpretaciones.
Aun así, a pesar del recuento oficial de unos 25.000 asentamientos, solo se encontraron 4.887 en esas condiciones.
Otro duro golpe para el régimen estalinista, fue el alto porcentaje de la gente que declaraba ser religiosa (generalmente perteneciente a la tradicional Iglesia ortodoxa rusa).
Con la implantación del ateísmo de Estado y la creciente represión política estatal, la gente había comenzado a practicar el culto cada vez más en privado.
La historiadora V. B. Zhiromskaya declararía al respecto que si bien mucha gente esperaba ser perseguida si se declaraba perteneciente a alguna religión (en particular a la oficial del derrocado zarismo), pero consideraron que esa era una pregunta importante o trascendente.
Varios estadígrafos, recientemente asignados en sus funciones para reemplazar a aquellos que habían sufrido arresto, también serían encarcelados con posterioridad.
Finalmente el mismo Iósif Stalin tendría que aceptar una población y un crecimiento demográfico efectivamente menores.
Durante el resto del régimen estalinista (que duró hasta 1953), no se realizaría ningún otro censo.