A lo largo del siglo XVII, los protestantes que fallecían en Sevilla eran sepultados, de noche, a las afueras de la ciudad.
[2] En el XVIII, será en la huerta contigua a la vivienda del industrial Nathan Wetherell, cerca de la denominada Puerta de la Carne, donde se lleven a cabo tales enterramientos.
[3] Fue construido a instancias de John Cunningham (1817-1871), gerente de la McAndrews Steamship Company, sobre unos terrenos cedidos por el empresario Carlos Pickman.
El último enterramiento tuvo lugar a finales del siglo XX.
[5][6] Según la rumorología local, todas las noches vagarían por su interior los supuestos fantasmas de un niño al que, al parecer, mató su padre, así como de un monje que, con voz de ultratumba, conminaría a los intrusos a abandonar el lugar.