Por aquel entonces se crea el nuevo cementerio de la calle Alta, pero su aceptación fue nula.
No obstante, hasta entonces, el cementerio era un extremo de la huerta del Convento de San Francisco, donde hay textos que indican que era tan pequeño «que no permite sepulturas marquedas ni monumentos».
El nuevo cementerio municipal de Ciriego sería proyectado por el arquitecto municipal Casimiro Pérez de la Riva en 1881, e inaugurado tras distintos avatares, el 3 de septiembre de 1893, tras la supervisión del nuevo arquitecto municipal Joaquín Ruiz Sierra.
Se calcula que las víctimas mortales, entre 1937 y 1948, fueron al menos 836 personas.
En memoria de los allí asesinados y enterrados en diversas fosas comunes, se erigieron en 1980 un monumento atribuido al escultor cántabro Jesús Otero (víctima también de la represión franquista) y el 14 de abril de 2001 varios monolitos conmemorativos donde figuran los nombres de los hombres y mujeres allí sepultados.