Especialmente el área de Frontino estuvo habitada por mucho tiempo durante la conquista exclusivamente por los catíos, sin ninguna presencia española.
Los conquistadores acusaban a las "tribus catías" de ser "despiadadamente antropófogas"(incluyen la carne humana en su dieta), y aseguraban que en la guerra su mayor botín eran los prisioneros, a quienes supuestamente engordaban como cerdos para después devorarlos.
Esta unción se lleva a cabo mediante una ceremonia llena de ritos y actitudes hieráticas para poseer el bastón, una vara mágica que el jaibaná no abandonará jamás tras recibirla y con la cual realizará la curación de todas las dolencias.
Los catíos poseían una fascinación ancestral por la historia, para cuya perpetuación rememoraban los hechos al compás de cantos y danzas.
El eje de la organización social es la familia nuclear siendo el padre quien ejerce la autoridad central en los aspectos domésticos y familiares.
Al igual que en el pueblo embera, el jaibaná desarrolla una labor de gran importancia en la organización social.