Caterina Llull y Sabastida (Saforcada) (Barcelona, c. 1440-1495) fue una mercadera que vivió entre Sicilia y Cataluña durante la segunda mitad del siglo XV.
Para ella quizás el centro del mundo era, no tanto una gran ciudad, sino el Mediterráneo entero del que conoció los principales centros y áreas mercantiles: desde Valencia, Mallorca, Nápoles, Creta, hasta Alejandría y Libia.
No se sabe dónde aprendió a leer y escribir; es posible que sus padres, siguiendo las reglas difundidas en la época bajomedieval, y que se basaban en una variada serie de tratados dedicados a la educación y formación de los hijos, escogieran —como preveían los manuales para las mujeres urbanas de estamentos y clases ricas y/o poderosas—, además de la educación religiosa y moral, la posibilidad de enseñar a leer, a escribir, a contar y algunas operaciones aritméticas, porque eran herramientas que favorecían una buena organización de la casa, la familia, y también la buena gestión de la casa y de los bienes.
[1] Caterina como madre, además de transmitir las costumbres, gestos, comportamientos y buenas maneras, elige para sus hijos una educación que sigue la tradición familiar, y cuida que todos aprendan a leer y escribir; pero además quiere que su hija Joana aprenda a gestionar y llevar las cuentas de los gastos de la casa, preparándola para la tarea que asumirá en los negocios familiares.
Es de suponer, que vuelve con toda la familia a vivir en Barcelona entre 1482 y 1483.