Las obras continuaron a buen ritmo y, aunque la catedral aún no estaba acabada, en 1566 el obispo don António Pinheiro consagró el altar mayor,[7] y empezaron a celebrarse en ella los oficios divinos.El conjunto es masivo y austero, semejante al estilo herreriano de El Escorial.Las torres son cuadradas, con una cornisa superior que separa del pedestal destinado al reloj.Ambas torres están divididas en tres partes: la inferior con dos ventanas rectangulares superpuestas, la media con un gran nicho para una campana y la superior situada por encima de la cornisa.El pórtico presenta columnas geminadas en dos alturas a ambos lados de la entrada principal.Las naves son tres, de la misma altura, algo más anchas la central y el crucero.La bóvedas son de crucería y están sustentadas por pilares cruciformes rectilíneos.Las torres quedan al exterior de las naves laterales, y su espacio interior está completamente ocupado por las escaleras que llevan a la cima.Este retablo, de estilo manierista o pre-barroco, es una de las obras maestras del escultor vallisoletano Gregorio Fernández quien lo realizó, junto a Francisco Velázquez y los hermanos Muniategui, entre los años 1610 a 1614.Los mirandeses, perplejos, terminaron considerando que la oportuna aparición del niño animándoles a la lucha constituía una auténtico milagro, y que la victoria contra los españoles era debida a intervención sobrenatural.
Fachada de la catedral.
Nave central de la catedral.
Menino da Cartolinha, imagen del Niño Jesús en su vitrina.