Está situado en la margen derecha del río Huebra, en su confluencia con el Arroyo Grande, en un espigón natural levemente amesetado, y flanqueado al este, sur y oeste por unos importantes barrancos graníticos de corte vertical, de más de un centenar de metros.
Segundo, se halla protegido por la muralla perimetral de gran espesor y ataludada realizada en mampuesto irregular a hueso sin argamasa adaptada al terreno y sin ángulos y en algunos puntos de una altura considerable.
En ella se abren dos puertas en embudo sitas al norte y este del recinto.
Como estos últimos conserva su continuidad en época romana y visigoda.
El castro permaneció activo hasta época medieval, con intermitencias.