La decoración interior nunca fue terminada debido a que los trabajos fueron interrumpidos en 1790 por la Revolución francesa.
Ese edificio anterior había sustituido al pequeño Château Vieux (Castillo Viejo) de 1417, que todavía se conserva hoy.
(En ese momento el arquitecto participó activamente en la contrarrevolución y después se instaló en Fráncfort-sur-le-Main en 1797).
[3] El cardenal no pudo disfrutar del palacio, viéndose primero envuelto en el asunto del collar con la reina María Antonieta, lo que le obligó a exiliarse entre 1786 y 1788, y luego por los sucesos de la Revolución francesa, que supusieron la incautación de todos los bienes eclesiásticos.
Desde 1858, el palacio alberga un museo de la ciudad (historia, artes decorativas, un gran departamento arqueológico), al que se unieron muestras artísticas y la colección etnográfica de la política Louise Weiss en el siglo XX.
El canal, trazado en línea recta hacia el este, se extendía hasta perderse de vista con una longitud total de cuatro kilómetros.