Debió sustituir como centro neurálgico de aquel territorio del antiguo pagus de Orrit, por lo que este otro castillo debió perder importancia.
A partir de la mitad del siglo XI está ya documentado, en todos los convenios que dibujaron el territorio del condado de Pallars Jussá, al que siempre perteneció.
La familia Sapeira, señores de este castillo y territorio, tuvieron un papel relevante en los asuntos políticos de la época: Pedro Guido de Sapeira es uno de los que juran paz y tregua, con otros nobles pallareses, a principios del siglo XII.
En el siglo XII, el señorío de Sapeira pasó a manos de los Erill, y se mantuvo al menos hasta el siglo XV ligado a esta familia.
Actualmente quedan pocos restos, del castillo: las piedras fueron aprovechadas para reformas de la parroquia y construir parte de sus dependencias, y lo que se puede observar más claramente hoy es el aljibe excavado en la roca que da nombre al pueblo, así como todo de agujeros en la misma roca, que debieron servir para una atalaya de madera.