Fue escenario de numerosos enfrentamientos navarro-castellanos, hasta que en el año 1200 fue entregado a Castilla.
Abandonado durante siglos, un proyecto de recuperación integral del lugar, galardonado con el Premio Hispania Nostra 2016, permite visitar este espectacular sitio.
El castillo roquero, la antigua villa, su iglesia y murallas, constituye un paisaje de enorme belleza que explica su condición de villa-fortaleza en un entorno completamente natural.
Desde este momento fue un centro administrativo del reino de Pamplona,[1] y punto de resistencia a la invasión castellana que el rey Alfonso VIII realizó sobre territorio vasco entre 1199 y 1200.
Con el tiempo fue perdiendo paulatinamente su importancia, hasta que en el siglo XVI fue definitivamente abandonado.