En 1167 es conquistado por el rey cristiano de León, Fernando II, que lo cede a la Orden del Temple.
Era una fortaleza estratégicamente muy bien situada, al sur de Coria y en el camino hacia Cáceres, previo paso por el valle del río Tajo.
Este nombre fue evolucionando hacia Portichuelo y posteriormente hasta Portezuelo, que es como se le conoce actualmente.
Cuentan los vecinos de Portezuelo que la fortaleza tenía un alcaide moro famoso en toda la zona, no tanto por sus éxitos guerreros sino por su hija, la tal Marmionda.
Ante tan duro destino, el capitán se atraviesa con su propia espada y muere, mezclándose la sangre de ambos en un arroyo carmesí.