El nombre árabe destaca la importancia que tuvo para los musulmanes, que la defendieron incluso tras la caída de Toledo en manos cristianas.
Sus descendientes adoptaron el apellido de la Cerda.
En el extremo occidental de la muralla romana se levanta el castillo, reconstruido sobre la primitiva alcazaba árabe del barrio viejo, de la que solo perduran las caballerizas subterráneas.
Construido en sillería, presenta planta cuadrada con torreones circulares en tres de sus esquinas y torre del homenaje de planta rectangular en el ángulo este, desmochada en la actualidad.
Los potentes lienzos son ciegos y solo se abre la puerta de acceso, con grandes dovelas.