En el lugar donde se construyó el castillo, en la cima de la colina, ya en época medieval había una fortaleza.
A finales del siglo XVII los condes Solareo confiaron al arquitecto Guarino Guarini las labores de ampliación y embellecimiento del castillo.
El arquitecto preparó los diseños pero no dirigió la ejecución del proyecto.
El rey Carlos Félix, junto con su esposa María Cristina hicieron restaurar el castillo completamente a principios del siglo XIX, tomando como base los propios diseños.
Desde finales del siglo XIX el castillo, que gozó de particular notoriedad por haber permanecido allí en 1730 Jean-Jacques Rousseau, en aquel tiempo recién entrado al servicio del conde Ottavio Solaro, pasó a ser propiedad del municipio de Govone.