Jaime I el Conquistador donó en el año 1247 a los abades de Veruela la torre que nos ocupa y que originariamente se trataba de una torre defensiva exenta.
Se pueden apreciar en ella dos partes bien diferenciadas en orden a su cronología; la inferior construida con sillares de gran tamaño y que podríamos fechar en el siglo XII y atribuirle un origen musulmán, según algunos autores y la parte superior construida con mampostería correspondiente a un recrecimiento datable en el siglo XIV.
El acceso se realiza por la primera planta del palacio anexo lo que es habitual en las torres defensivas habiendo teniendo la planta baja destinada a almacén.
En la tercera y última planta se abre un mirador con asientos a los lados.
Existe una escalera de caracol para acceder a las distintas plantas.