Casimiro Marcó del Pont

Con Francisco Marcó del Pont y su abuelo se inicia una saga de militares que llega hasta hoy en día en la familia Fontán.Envió varios espías a Cuyo para que recabaran información sobre el Ejército Libertador de los Andes.Está ampliamente demostrado que las medidas que tomó Marcó del Pont para reprimir a los insurgentes estaban ampliamente aceptadas en su día como el toque de queda o el secuestro de armas para garantizar la seguridad en la población civil.De otro lado cumplió correctamente su papel administrador, acreditando su lealtad, posponiendo sus sueldos a las posibilidades del estado.Se dice que todo induce a pensar que Marcó del Pont llegó a Chile con muy buenas intenciones, y podría haber sido de beneficio en un país normal, pero el estado de revolución exigía un talento, energía y experiencia de los que carecía Marcó del Pont para llevar adelante en un gobierno convulsionado.San Martín encomendó a su armero José Antonio Álvarez Condarco, en misión de espionaje, que fuese a entrevistarse con Marcó del Pont, debiendo reconocer y memorizar en su viaje los accidentes del terreno.[5]​ Desde esta posición envió un inquilino para que le avisará respecto de la situación en Valparaíso.[6]​ Dice la tradición argentina que San Martín le saludó con la expresión: «¡Venga esa mano blanca, mi general!».
Marcó del Pont (en Revista Zig-Zag , 1905).
Virgen de Marcó del Pont en El Totoral.