Al paso del tiempo, la avenida iba tomando su forma actual, dejando de existir el antiguo acueducto, reemplazando la tierra apisonada por empedrado, más tarde por asfalto.
Posteriormente, las obras del metro cambiaron la forma de la avenida, que no quedó totalmente recta.
En 1873 la casa era propiedad de Ignacio Martínez Barral, siendo vendida al señor Rafael Linares.
Genaro Fernández McGregor, recuerda en sus memorias que la vetusta casa de Tlaxpana alojó un colegio del francés Narciso Guilbaut.
Hacia 1897, el instituto contaba con instalaciones anexas a la casa de los mascarones, probablemente los jesuitas coincidieran con la compra del inmueble, hecha por Lavié en 1893.
La Facultad de Filosofía permaneció en el inmueble hasta 1954, año en que fue trasladada a la ciudad Universitaria.
El inmueble fue concebido a la manera española, construida alrededor de un patio cuadrado, con una puerta hacia la calle.
Donde aparece rota, hasta cierto punto, es en la fachada oriental de la casa, donde el jardín exterior el equilibrio y la simetría no se mantuvo.
El conjunto tiene un carácter ornamental marcado, tanto así que el revestimiento de piedra al muro resulta fascinante.
Se hicieron esfuerzos para reconstruir los pilares, retirando los de estructura metálica y labrando unos nuevos en piedra.
Los corredores remodelados contaron con escaleras, no solo en donde las tenían originalmente, sino en la parte de atrás.
Desde 1954 fueron hechas varias adaptaciones para las escuelas que fueron ocupando la casa, aunque deprimentes, no afectaban el estado de las cosas.
Entre 1975 y 1976, las autoridades del DDF, encabezadas por Octavio Sentíes, realizaron grandes obras para remodelar la casa de los mascarones, las cuales consistieron en librar la fachada oriente.
En estas obras de modernización se respetaron las partes antiguas del plantel, es decir, la fachada y el patio principal.