Esta afirmación responde a que la casa no solo perteneció a un expresidente más, sino porque el mismo fue ejemplo de comportamiento en su cargo, sinónimo de honestidad, lealtad, civismo y humildad.
Pero no se tiene solamente en cuenta lo tangible, la casa y los objetos, sino lo intangible, lo que representa, la unión de los vecinos para adquirir esa vivienda y regalársela a “su médico” para que él pueda instalarse en la ciudad y atender a todos los vecinos, como lo hizo desde el primer momento, sin distinción de clases sociales, y sin cobrar un solo peso (los vecinos le realizaban regalos en agradecimiento, como panes caseros, huevos, verduras y lo que cada uno tuviese).
Tras la muerte del Dr. Illia, sus hijos la mantuvieron cerrada y no la habitaron.
Los años en que estuvo cerrada deterioraron notablemente la vivienda, la cual data de mediados del siglo XX.
La Casa-Museo se encuentra amoblada con vitrinas que muestran diversos objetos: La Casa del presidente convoca a más de 2000 visitantes cada año, provenientes de todo el país, además de numerosos contingentes extranjeros.