Es el tercer monasterio de este tipo en América y el primero en Hispanoamérica.
En 1997 el proyecto fue aprobado por el Capítulo General de la Orden y avalado por la Conferencia Episcopal Argentina.
Ese año se enviaron cuatro monjes a Argentina con la misión de encontrar un lugar apropiado.
La construcción es de tipo tradicional: sólida, amplia, con materiales rústicos pero durables.
Cuenta con 22 celdas, una iglesia y varias capillas, un refectorio, una sala capitular, una hospedería (solo reciben a sus familiares) y otras dependencias.