Cartas de un seductor

Cartas de un seductor está protagonizada por dos personajes principales: Stamatius, un escritor mendigo, y Karl, un aristócrata.Finalmente la historia culmina con el desvelamiento de un gran secreto: Cordelia tiene un hijo con su padre.Finalmente, se resuelve que Karl y Stamatius pueden ser pensados como anverso y reverso de un solo personaje: Stamatius escribe la historia incestuosa como una forma de desquitarse de lo que representa Karl; este, siendo un escritor sin mucho talento, había logrado que le publicasen su obra acudiendo a las artimañas y las influencias.Este adjetivo hace referencia a las obras en las que la autora toma y juega con el lenguaje del discurso pornográfico, quedando este transformado por la ironía y el arte de la prosa hilstiana.[5]​ Esto se hace patente en Cartas de un seductor: no hay erotismo en las mensajes halagadores, brutales, delirantes y paranoicos que Karl, el hermano desquiciado de Cordelia, le envía a ésta.Esta ausencia de un auténtico diálogo entre Karl y Cordelia es lo que impide catalogar este relato como erótico[5]​ La hegemonía textual de este narrador masculino también se manifiesta a nivel temático: tal y como Bruno Carvalho explica, "most of the sex revolves around male-centric ideas of female phallic fixation, and certain passages even verge on parodies of Henry Miller's literature".[6]​ Por otro lado, Krzyszrof Kulawik[7]​ destaca que la escritura erótica de Hilda Hilst es en ocasiones homoerótica.Ejemplos de ello se encuentran en novelas como Qadós, A obscena Senhora D y Rútilo nada, en las que aparecen personajes andróginos, transsexuales, homosexuales e indeterminados o fluctuantes.Aunque Karl nunca toca a su hermana, sus cartas tampoco deben considerarse el diario de una seducción fallida, sino una recreación del amor (y de la lujuria) o bien subvertidos por la convención o bien disueltos por el sentimiento.Para Karl, este es ciertamente el caso: cuando no se pone nostálgico recordando sus aventuras sexuales con su hermana Cordelia, describe su anhelo por conquistar a un mecánico de dieciséis años llamado Alberto (“Albert” para abreviar, como tributo a Camus).