[1] La carta va dirigida a su confesor Antonio Núñez de Miranda.
[2] Tanto la “Carta de Monterrey” como la Respuesta a Sor Filotea ilustran la pugna de la monja con las autoridades eclesiásticas para defender su derecho a manifestarse como artista y como intelectual.
¿Qué más podré decir ni ponderar?, que hasta el hacer esta forma de letra algo razonable me costó una prolija y pesada persecución no por más de porque dicen que parecía letra de hombre, y que no era decente, con que me obligaron a malearla adrede y de esto toda esta comunidad es testigo.
"[5] "V. R. quiere que por fuerza me salve ignorando, pues amado Padre mío, ¿no puede esto hacerse sabiendo?
¿Qué precisión hay en que esta salvación mía sea por medio de V. R.?