[2] Descubrió su vocación literaria en su ciudad natal y siendo adolescente intentó leer una biblioteca pública completa, comenzando con la letra A (propósito similar al intentado por "el Autodidacto" Ogier P., deuteragonista de la novela filosófica La náusea, de Jean-Paul Sartre).
[3] Ahí colaboró en la fundación de la revista literaria Ariel y participó activamente en los primeros números.
De modo autodidacto aprendió el idioma inglés para disfrutar a sus autores favoritos en versión directa como Faulkner, Conrad y Nabokov.
Con los años se convertiría en un traductor de ese idioma, actividad que continuó hasta su fallecimiento en 1991.
Desde esa primera obra, la crítica literaria ha encontrado una tendencia hacia lo autobiográfico como recurso de la ficción.