Ese mismo año volvió a Madrid, donde trabajó en la Universidad San Pablo-CEU.
[2] Su poesía se caracteriza por el arraigo en la existencia cotidiana, desde la que el poeta aspira a contemplar las realidades esenciales de la vida (el amor, el tiempo, la muerte), incluida la trascendencia de Dios, tratada con una cercanía íntima muy personal.
Asimismo, en ese amor a la vida resulta esencial la unidad física y espiritual del ser humano, de manera que la dimensión corporal de la persona es directamente proporcional a su estatura espiritual.
En consecuencia, la gloria exalta tanto el cuerpo como el alma del ser amante y amado.
Su obra ensayística comenzó por los estudios sobre la literatura hispánica de finales del siglo XIX y comienzos del XX, así como sobre la poesía contemporánea de España e Hispanoamérica: estos versan sobre autores tan fundamentales como José Martí, Antonio Machado o César Vallejo, entre otros.