Carlos II (Carreño)

Está pintado al óleo sobre lienzo y se conserva en el Museo del Prado (Madrid).

[6]​ Son retratos de marcada austeridad,[2]​[6]​ pintados en un gama cromática reducida, básicamente negro y gris, y con una composición pensada para dirigir la atención hacia el rostro.

[2]​[5]​ No obstante, otros historiadores del arte recuerdan que la expresión facial inexpresiva o distante en los retratos reales era consecuencia del ideal de impasibilidad que el rey debía mostrar en todo momento, cosa que en algunos de ellos puede ser interpretada de otra manera.

[1]​ Las mangas están sugeridas, más que construidas, por medio de pinceladas largas y vigorosas.

[11]​ El dibujo está construido en torno a la mirada lánguida del rey.

[11]​ Además del lápiz negro, Carreño ha utilizado la sanguina para dar color en los labios y en las mejillas, en el perfil de la nariz, en los párpados y en la raya del pelo.

Al actuar así, gracias a su maestría en el uso de los lápices,[11]​ consigue dulcificar los rasgos del rey y envolverle en una atmósfera vaporosa.

Por ejemplo, determinados efectos cromáticos obtenidos en ciertas zonas del dibujo por la combinación del lápiz negro y de la sanguina se trasladan a las zonas equivalentes del lienzo en una combinación de tonos oscuros con otros rosáceos, como los empleados para definir los labios o los párpados.

Retrato de Carlos II , [ 9 ] ​ hacia 1680-1685, lápiz negro y sanguina sobre papel verjurado agarbanzado muy claro, 198 x 147 mm, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando , Madrid