El carbimazol es un medicamento antitiroideo usado en el tratamiento del hipertiroidismo.
Esto se debe a que los fármacos antitiroideos no impiden la liberación de las hormonas almacenadas, T3 y T4 en la glándula tiroides.
De manera que los efectos clínicos beneficiosos sólo se manifiestan cuando se agotan estas hormonas, lo cual ocurre entre uno y tres meses después de iniciarse el tratamiento continuo.
Para pacientes cuya hipersensibilidad no puede ser controlada, se puede indicar otras alternativas, incluyendo el propiltiouracilo.
El efecto secundario más grave es sin embargo la agranulocitosis que puede obligar a suspender el tratamiento.