Capilla Real de la Mezquita-catedral de Córdoba
No obstante, no existe ningún documento que avale la teoría de que la actual Capilla Real fuera ejecutada durante el reinado de Alfonso X.En esos momentos se colocó el suelo elevado que en la actualidad cubre la Capilla Real y se redecoró con yeserías mudéjares todo el espacio superior de la capilla, que estaba concebida como un túmulo elevado.Hasta que transcurrió un año desde la defunción del monarca, cuatro cirios ardieron permanentemente junto a su sepultura y, diariamente, durante ese año, el obispo de la ciudad y el cabildo catedralicio entonaron responsos una vez al día por el alma del difunto rey junto a su sepultura.No obstante, Alfonso XI deseaba ser sepultado en la iglesia de San Hipólito de Córdoba junto a su padre, el rey Fernando IV.En 1571, durante una visita a la ciudad de Córdoba, el rey Felipe II solicitó que los ataúdes que contenían los restos de los dos monarcas fueran abiertos en su presencia, y el monarca pudo contemplar entonces los restos de sus dos antepasados y, según refiere el cronista Miguel Salcedo Hierro, durante la apertura de los ataúdes los presentes pudieron comprobar que el estoque de Alfonso XI había desaparecido, a diferencia del de su padre, que sí se conservaba junto a sus restos.La iglesia de San Hipólito de Córdoba fue fundada por el rey Alfonso XI en 1343, y formó parte de un monasterio edificado como agradecimiento por su victoria en la Batalla del Salado, librada en el año 1340 y, también, para destinar la iglesia del cenobio a panteón real, pues Alfonso XI deseaba que en ella recibieran sepultura los restos de su padre, el rey Fernando IV el Emplazado, que había fallecido en el año 1312, y en esos momentos estaba sepultado en la Mezquita-Catedral de Córdoba, y también porque deseaba que sus propios restos mortales descansasen allí.[2] Se conservan dos inventarios del patrimonio de la Capilla Real.