En este último tramo, el Guadalentín, si alguna vez tuvo un cauce definido, lo perdió por efectos de su propio aluvionamiento y la acción humana que quiso aprovechar sus aguas desde antiguo.
[3] Según el proyecto, que al parecer se inspiró en los anteriores citados, debía tener 15 varas de anchura y cinco o seis palmos de hondo.
Muy pronto también se revelaría esta obra como poco apta, ya que la salida del Reguerón al Segura se situó a 4 metros sobre el cauce de éste, y con la poderosa riada de Santa Teresa del año siguiente el cauce quedó roto en ese lugar, inundándose la parte norte de la huerta.
La voz popular denominó entonces a tan desafortunada obra como "el zanjón del diablo" o "de la muerte".
En los años 40 del siglo XX se recrecieron los márgenes hasta alcanzar una capacidad de 300 m3/seg, la misma que tiene actualmente.