Campaña Antichina

Hasta 1911, los inmigrantes chinos eran dueños de prósperos negocios que ellos establecían en las ciudades mexicanas.

Cuatro mil chinos y japoneses fueron confinados en los barrios orientales.

Como la inmigración japonesa se hizo más numerosa, se dispuso crear un presidio japonés en Baja California, en tanto que dos mil chinos morían de hambre y desesperación en la isla María Magdalena.

En 1923, el gobierno de Álvaro Obregón elaboró una lista de restricciones para la población china y japonesa: No fue sino hasta 1934, cuando Lázaro Cárdenas del Río liberó a la población china, que había bajado a 6.661 habitantes, de los 15.976 que había en 1911.

Aun así, el gobierno no pudo contrarrestar la actividad clandestina de las "ligas prorraza" en los estados del norte, alentadas por los gobiernos de esas entidades (Sonora, Baja California, Chihuahua y Sinaloa).