Camila Rolón

En su adolescencia, su familia se trasladó a Buenos Aires y ella, participa activamente de la vida Parroquial en la Basílica Nuestra Señora del Socorro.

Durante las epidemias de cólera y fiebre amarilla, que azotaron Bs.

As., en 1867 y 1871, Camila se dedicó constantemente, al cuidado de los enfermos que quedaban abandonados en sus propias casas o en las calles.

As., para recobrar su salud y colaborar con el Párroco del lugar Saturnino Azurmendi.

A partir del Primer Capítulo General, celebrado en 1890, la Venerable gobernó el Instituto hasta su muerte, desarrollando una actividad extraordinaria, a pesar de su escasa salud, para consolidar la obra.

Madre Camila tenía una gran experiencia acerca del dolor y el sufrimiento humano.

Su corazón generoso la hizo volar en ayuda de los necesitados, dándose a ella misma, sin límites.

Su obra se ha extendido en Argentina, Uruguay, Estados Unidos, Italia, Rumania y Madagascar.

Del estudio de sus virtudes, surge una santidad sencilla, centrada lógicamente en la fe, la esperanza y la caridad.

Todo el secreto de su santidad está en haber descendido sin miedo hasta el fondo de su nada, y haber contemplado desde allí, con adoración, gratitud y reconocimiento, la majestad y santidad infinita de Dios, que no le atemoriza, porque ha conocido su amor gratuito.