El de baja entalpía es el más simple y con un coste energético menor.[3] Se puede extraer esa temperatura estable (calor o frío) simplemente mediante un fluido bombeado.Como ahora el fluido está muy caliente (más que el aire de la calle) libera calor al exterior.Expresándolo de otro modo: Al intercambiar más calor en un mismo ciclo, el compresor tiene que realizar menos ciclos (comprimir el fluido menos veces) y, por tanto, el consumo eléctrico es menor.Los fabricantes anuncian amortizaciones de entre 4 y 8 años ,[5] pero si se contrastan los datos disponibles,[2][6] la inversión en una instalación geotérmica frente a una típica de gasóleo parece tardar en amortizarse en torno a los 15 años.Las instalaciones más económicas son las horizontales, pero exigen un espacio del que no siempre se dispone.Las instalaciones verticales, que soslayan el problema, tienen precios más elevados, y su justificación económica disminuye.Como consecuencia del menor gasto energético, también se reduce la emisión de CO2.[5] Ya no hay necesidad de colocar un compresor y ventiladores en el exterior, por lo que el sistema es mucho más silencioso.También existen redes muy complejas que dan servicio a barrios o distritos, pero toda instalación consta fundamentalmente de estos tres elementos: Llamada Bomba de calor geotérmica (BCG) o por sus siglas en inglés (GHP).[6] Se clasifican en función del circuito exterior De extensión entre 1,5 y 2 veces la superficie a climatizar[7] Según los distintos instaladores, la profundidad del circuito oscila entre los 60 cm y los 5 metros, aunque lo habitual es que se entierren en torno a 1 metro.Esta instalación es menos eficiente, ya que a esta profundidad el terreno se ve afectado por la climatología, pero a cambio el coste de instalación es menor, lo que la hace más interesante desde el punto de vista económico.Más caro, pero se beneficia de una temperatura constante a lo largo del año.