Dentro del término municipal se encuentran las denominadas minas de Cala, una importante explotación minera que ha estado en activo desde la Antigüedad.
Durante la Reconquista Cala se halla en la frontera entre los territorios incorporados por los reinos de Portugal y León.
[10] En 1264 se produce la revuelta mudéjar en el Reino de Sevilla, que Alfonso X reprime con dureza, expulsando a los musulmanes andalusíes con el consiguiente despoblamiento del suroeste peninsular.
Por estas fechas Alfonso X emprende la repoblación con cristianos para recuperar la demografía de estos territorios.
Esta convivencia se transformó durante el siglo XIV en antisemitismo y desembocó en el pogromo que en 1391 se extendió por todas las ciudades y villas andaluzas, con el asalto de las juderías por hordas cristianas.
Los judíos eran asesinados, expulsados, vendidos como esclavos u obligados a convertirse al cristianismo.
Cala no recuperará este número de habitantes hasta bien entrado el siglo XIX.
Desde finales del siglo XIX Cala experimentó un resurgimiento de la actividad minera.
[15] Muchos también emprendieron el camino del exilio y rehicieron sus vidas en Francia o México, como ha recogido Jesús Coperio en sus investigaciones.
El pueblo de Cala tiene como principal actividad productiva la cría y engorde del cerdo Ibérico.
De este se extraen numerosos beneficios como el jamón, embutidos, carnes y grasas animales.
La cría del cerdo ibérico se realiza principalmente en fincas con grandes extensiones de encinas, las dehesas.
En cuanto a gastronomía, Cala es un lugar en el que abundan los productos derivados del cerdo.
Los platos más típicos son carne de cerdo a la brasa, la cual se prepara con sal, embutidos como el jamón, el lomo, el salchichón, el chorizo y el morcón.