Fue el primer cónclave que se hacía luego de que Celestino restaurara la constitución Ubi periculum de Gregorio X, la que había sido suspendida por Adriano V en julio de 1276.
Pronto se hizo claro que este santo eremita era totalmente incompetente e inadecuado para un trabajo de tanto peso como el de papa.
Admitiendo su propia incompetencia poco después de su elección, Celestino expresó su deseo de abdicar y regresar a su cueva solitaria en las montañas de los Abruzzos.
En la primera votación de la tarde de ese día, el cardenal Matteo Orsini Rosso fue elegido, pero se negó a aceptar la dignidad papal.
Al día siguiente, víspera de Navidad, el cardenal Benedetto Caetani, arcipreste del Colegio cardenalicio, recibió la mayoría necesaria y tomó el nombre de Bonifacio VIII.