Este destilado se comercializa con un contenido alcohólico de entre 36 y 45% VOL.
Más adelante, en el siglo I a. C., los romanos esparcieron las viñas por toda la costa mediterránea y Andalucía, con lo que consiguieron gran fama en todo el imperio gracias a su exportación a Roma.
Destacan los pioneros entre los bodegueros jerezanos que empiezan a comercializar el destilado bajo marcas y etiquetas propias: Fundador, de Pedro Domecq Lostau (actualmente elaborado y comercializado por Bodegas Fundador); Un Racimo, Dos Racimos, Tres Racimos y 1865, de Juan Vicente Vergara Lassaleta; La Marque Speciale, de Francisco Ívison O’Neale, y el Old Brandy, de Juan Hernández-Rubio.
Tiene tonos cercanos al ámbar dorado y ciertos matices verdosos en el perímetro de la copa.
En nariz empieza a ser más complejo que el Solera, con aromas procedentes del vino, recuerdo de uvas pasificadas y frutos secos.
El vino utilizado es joven y afrutado y es elaborado con la variedad de uva Airén, aunque también se utiliza la variedad autóctona del Marco de Jerez: la uva Palomino.
La variedad Airén se empezó a utilizar desde principios del siglo XX y es originaria de la mayor región vitivinícola del mundo: la de Castilla-La Mancha.
El tipo de envinado que tenga el Sherry Cask definirá las particularidades del Brandy de Jerez a la vista, el gusto y el olfato, así como las diferencias entre las distintas marcas que se comercializan.
El Brandy de Jerez es reconocida por ser una bebida altamente versátil que puede disfrutarse solo, con hielo, combinado o en cócteles.
No obstante, también se utilizan copas de tallo largo para su servicio.
El Consejo Regulador fue establecido en 1989 y fue el primero que se creó en España para una bebida espirituosa.