El término municipal, ubicado en la Serranía Baja, tiene una población de 136 habitantes (INE 2024).
También se encuentran en el término el pino negral, el pino carrasco, la sabina, el melojo, la carrasca, el brezo, el romero y la jara, en el marco de la vegetación típica de la Serranía Baja conquense.
Igualmente, destacan numerosas formaciones rocosas, profusamente erosionadas, como la Obradá, el Castil de Rey y la Peña Sancho.
Por su término municipal discurre el río Cabriel, afluente del Júcar, que excava un profundo desfiladero en el paraje denominado Los Ceñajos.
Son destacables las cascadas ubicadas en el paraje conocido como El Traqueiro, así como el salto de agua, de curso irregular, excavado en la roca y conocido como El Chorreiro.
Durante la dominación romana los bosques de la comarca ya eran explotados, siendo su salida natural el cauce del río Cabriel, así como su riqueza mineral (con una mina ya cegada, ubicada en el Collado de la Mina, en una ladera de Las Cabezas, donde existen pequeños filones de plata y oro)[3] y salina,[4] y existen documentos que mencionan un asentamiento musulmán en su término.
Las incursiones del ejército carlista, al mando del General Cabrera en otros pueblos de la Serranía (Carboneras, Cardenete, Moya y Cañete, donde se acuartelaron), causaron estragos entre su población y siendo algunos pueblos pasto de las llamas, como resultado de los enfrentamientos con las tropas realistas.
A mediados del siglo XIX, Boniches contaba con una escuela dotada con 400 reales, y el ayuntamiento manejaba de un presupuesto de 2600 reales, cubierto con fondos propios; constituían el pueblo 72 casas.
[8] En su término no se produjo batalla alguna en toda la guerra, ni hubo ninguna víctima de la represión; aun así, cinco de sus hijos (Saturnino Descalzo Sáez, Fulgencio Marco Gómez, José Martínez Mayordomo, Narciso Mayordomo López y Félix Mayordomo Palomares) fallecieron en distintos campos de batalla y bandos.
Es una localidad agrícola y ganadera, si bien, en la actualidad la agricultura se explota solamente a pequeña escala en el ámbito puramente familiar, no habiéndose producido en su término la concentración parcelaria que se produjo en otros municipios de la comarca; la huerta es particularmente fértil, al estar irrigada por la acequia que recoge las aguas del Cabriel en la presa del Rento, y tradicionalmente se han cultivado todo tipo de hortalizas (particularmente pepinos), patatas, legumbres, y se ha recogido fruta de sus manzanos, perales, cerezos, ciruelos y nogales, así como cosechas de cereales de relativa importancia, circunscritas a las zonas más secas y menos fértiles del término municipal, sin olvidar las pequeñas plantaciones vinícolas en la zona de Ayuntaderos.
Sólo algunos bares, colmados, una carnicería, un supermercado, la panadería y un estanco (ambos cerrados), han proliferado en el pueblo.
Son también destacables las festividades religiosas, que cuentan con procesiones en Semana Santa, el Corpus y las propias del patrón San Roque y la Virgen de la Asunción.