Boicot

Su presidente, Charles Parnell, sugirió una alternativa no violenta para obligar al capitán a ceder: suspender todo tipo de tratos con él.

Los jornaleros se negaron a cosechar o trabajar en su casa, los comercios a venderle comida (que debió traer de fuera) y el cartero local dejó de depositarle su correo.

Aunque el término aún no había sido acuñado, la práctica tiene antecedentes al menos desde 1830, cuando la National Negro Convention animó a boicotear productos fabricados por esclavos.

Los líderes negros llevaron la cuestión ante los tribunales, pero ya no pedían una disminución de la segregación, como en las negociaciones con la compañía, sino su abolición lisa y llana.

El productor de la película presentó una demanda civil contra Lüth y el caso llegó hasta el Tribunal Constitucional Federal alemán, que amparó a Lüth por considerar que la incitación al boicot constituía un ejercicio lícito del derecho a la libre expresión, señalando que así debían tenerlo en cuenta los tribunales de la jurisdicción ordinaria (A. Jana Linetzky, La eficacia horizontal de los derechos fundamentales, p.2).

La industria vitícola francesa sufrió especialmente este boicot, debido a su popularidad internacional.

Un boicot se considera normalmente como una acción puntual para corregir un acto destacadamente reprobable.

Calcomanía de «Boicot a Japón» en la ciudad de Mokpo (Corea del Sur)