[2] Fue el primer miembro de su familia en terminar la escuela secundaria, y se interesó en la política cuando era adolescente.
[3] Cuando tenía tan solo 15 años, Carr se unió a la agrupación local del Partido Laborista Australiano.
[4] Más adelante, Carr declaró que su trabajo como periodista lo preparó bien para su carrera en la política.
Helena Carr se convirtió en una exitosa empresaria; aunque siempre proveyó un importante apoyo moral a Bob Carr, Helena se mantuvo fuera de la arena política durante la carrera de su esposo.
Además, la organización no quería que Laurie Brereton se convierta en líder; Carr terminaría ganando la representación de Kingsford Smith, la cual vio como su oportunidada para escalar en el mundo de la política a nivel federal.
[10] Así fue que Carr terminó aceptando, aunque con reservas, su puesto como líder de la oposición.
Sin embargo, los laboristas obtuvieron buenos resultados, recuperando todos menos uno de los escaños que habían perdido la elección anterior.
John Fahey lo reemplazó como Premier, pero su trabajo se vio limitado por la necesidad que tenía de transigir con independientes.
[13] Tras la estrecha victoria en 1995, Carr fue reelecto con una mayoría considerable en 1999, con un cambio en los votantes del siete por ciento en favor de los laboristas.
[14] Su cuidadoso gobierno de centro se caracterizó por una administración financiera conservadora,[15] incentivar a las fuerzas del mercado y una posición dura ante el crimen.
Carr incursionó en temas de política pública nacional, en especial en cuestiones del medio ambiente, crecimiento poblacional, investigación con células madre, relaciones entre el gobierno federal y el estado y en su apoyo a un modelo minimalista de una república australiana.
Estos habían sido seleccionados para explotación forestal al momento de las elecciones.
[16] Las negociaciones para la restructuración de los aserraderos en el cinturón del Brigalow fueron difíciles, pero finalmente exitosas.
Los antiguos pueblos madereros ahora cuentan con comunidades con una fuerte base económicas, parques nacionales de clase mundial a sus puertas y un pujante turismo ecológico».
[16] En su primer mandato, el gobierno prohibió la extracción de vegetación antigua en terrenos arables e introdujo un precio para las aguas rurales y una distribución medioambiental del sistema de ríos del estado.
[18] Obligó a reducir el uso de agua y energía hasta en un 40% en cada edificio.
En su segundo mandato, el gobierno de Carr se sembarcó en un proceso de reforma a la responsabilidad extracontractual que lo llevó a ser descrito como "mata dragones" por la Revista Forbes.
Spigelman argumentó que "eliminaba todos los reclamos menores", dándole a las personas "el derecho a ser negligentes y lastimara alguien hasta cierto monto antes de que tengan que ser responsables de ello"[21] En otras palabras, las agencias gubernamentales y las corporaciones podían tomar decisiones que ponían en peligro al público similares a las que involucraron el caso del Ford Pinto: sería más racional en términos económicos el permitir obras de un nivel inferior incluso si ponían en peligro al público, porque los pagos por pérdidas de salarios y cuentas médicas muchas veces serían relativamente pequeños en comparación con el trabajo requerido.
El primer ministro estaba decidido a otorgar mayores poderes al comisionado para que se puedan limpiar los oficiales corruptos o comprometidos de la policía.
[23] El enfoque en inversiones en caminos en lugar de transporte público ha sido criticado por ambientalistas por ser una prioridad equivocada: "Está claro que incluso en ese entonces NSW necesitaba inversión en transporte público desesperadamente".
[25] Un año después de haber sido nombrado primer ministro, Carr causó controversia cuando recomendó que el recientemente designado gobernador de Nueva Gales del Sur, Gordon Samuels, no viva en la casa gubernamental en Sídney, la cual se convertiría en un museo abierto al público.
Carr luego hizo alarde de que las Olimpiadas fueron pagadas en su totalidad sin dejar ningún centavo como deuda.
Su sucesor como Primer Ministro fue el exministro de Salud, Morris Iemma.
El ex Primer Ministro, Neville Wran, describió a Carr como «el modelo del primer ministro laborista moderno, un orador público poderoso y articulado que se identifica a sí mismo con las causas modernas del medio ambiente y la educación».
La protección de la vida salvaje fue profundizada: había 650.000 hectáreas protegidas en 1994, y para 2006 este número aumentó a 2 millones.
[13] Tras dejar el parlamento estatal, Carr se involucró profundamente en temas de interés público.
Continuó con su ferviente apoyo a la causa conservacionista al hacer varias declaraciones sobre los eucaliptos de río rojo.
Matthew Moore de The Sydney Morning Herald escribió: «Por más de dos décadas, Bob Carr ha estado advirtiendo a los australianos sobre los peligros de un crecimiento poblacional sin restricciones, indicando que los frágiles suelos y erráticos ríos del continente más antiguo lo hacen muy vulnerable a las presiones impuestas por cada ciudadano adicional».
Cuando se le preguntó sobre sus contactos con diplomáticos estadounidenses en los años 1970, el senador Carr dijo: "Estaba en mis veintes.
La campaña, iniciada por el ex primer ministro Kevin Rudd en 2009, puso a Australia en la lista de candidatos para un puesto en la categoría "Europa Occidental y Otros", compitiendo contra naciones europeas como Luxemburgo y Finlandia.