Al igual que las dos anteriores invasiones se las arreglaron para superar los pasos de los montes Balcanes.
Envió al campamento bizantino a un falso desertor, el cual venía con malas noticias para Isaac.
A pesar de los esfuerzos de la flota bizantina por bloquear el Danubio, los cumanos habían cruzado el río y estaban en camino a Tarnovo, para liberarla del asedio y aniquilar al ejército imperial.
Los desmoralizados soldados sentían que una vez más los búlgaros salían victoriosos y para colmo muchos deseaban llegar pronto para recibir su merecida paga.
El objetivo de Asen era capturar al Basileo y tomarlo prisionero, aunque había una gran probabilidad que Isaac II cayera en combate.
Al comienzo, la embestida búlgara fue detenida por la valentía y coraje de los guerreros bizantinos, e incluso Isaac II alentó a sus hombres para que resistieran el ataque búlgaro.
Esta acción le valdría al emperador el desprecio de muchos altos mandos del ejército imperial, e incluso a los mismos soldados nativos, los cuales vieron en este cobarde y ultrajante acto, que el emperador no se preocupaba por el bienestar y la seguridad de su ejército, además de su incompetencia al batallar a los búlgaros.
Cuando Iván Asen III huyó del país y buscó refugio con Miguel VIII Paleólogo, el emperador pudo recuperar aquellos valiosos ornamentos imperiales.
Hasta ese momento, el oficial emperador fue Pedro II, pero después de los grandes éxitos de su hermano le dio el poder a su hermano menor Asen que se proclamó emperador ese mismo año.