Batalla de Palo Hincado

Los colonos españoles lucharon por mantener su nacionalidad y por preservar su identidad, ya que con la ocupación francesa que se inicia en 1802, los franceses pretendían hacer desaparecer una nación, la cual se había conformado en un proceso de más de tres siglos, con todos los elementos que componen la nacionalidad como: el origen, la historia, la lengua, la religión y las costumbres.

Estas tropas están estacionadas en la parte oriental de la isla, la actual República Dominicana.

Fue entonces cuando Ferrand partió hacia El Seibo con un ejército respetable, decidido a sofocar la revuelta.

Los voluntarios desembarcaron en Yuma, el único soldado real que permaneció en territorio español para hacer campaña fue el teniente de la milicia Francisco Díaz, quien se unió al contingente de Sánchez Ramírez como compatriota voluntario.

Sánchez Ramírez dio la orden de emprender la marcha hacia el oeste, para enfrentar al enemigo.

El 5 de noviembre, Sánchez Ramírez continuó organizando su ejército improvisado incorporando a los voluntarios que aún estaban llegando.

Decidió que Palo Hincado, al oeste de El Seibo, tenía mejores condiciones.

Su última exclamación fue un grito para Fernando VII, el príncipe que en ese momento personificaba las mejores esperanzas de España.

Sánchez Ramírez luego dio la orden de avanzar a la caballería de su ala derecha, dirigida por el capitán Vicente Mercedes, operación que fue ejecutada a gran velocidad, al derribar al enemigo.

Lo realizaron con tal gallardía y audacia que solo hubo siete muertos de su lado.

Al ver derrotados a sus batallones, el general Ferrand huyó precipitadamente hacia Santo Domingo con un grupo de oficiales supervivientes, perseguidos por un escuadrón comandado por el coronel Pedro Santana, padre homónimo del futuro presidente de la República.

Esto permitió a los fugitivos detenerse y descansar en el valle de Guaiquía.

En este punto, Ferrand, infeliz y dominado por el desaliento, se disparó en la cabeza.