El conflicto entre el Piamonte y el Imperio austrohúngaro surge a raíz del deseo de unificar Italia.
Austria no estaba dispuesta a permitir la unificación, ya que en el Congreso de Viena se había asegurado una importante influencia sobre la península italiana con las anexiones del Véneto y Lombardía y su influencia sobre los ducados de Parma, Módena y Toscana al colocar en ellos a príncipes austriacos.
Para ello Camilo Benso, el conde de Cavour, consigue en una entrevista con Napoleón III que este le prometa que si Austria ataca a Piamonte-Cerdeña, Francia intervendría a cambio de que se le devolviera a Francia Saboya y Niza.
El ejército de Napoleón III cruzó el río Ticino y desbordó el flanco derecho austriaco, con lo que obligó al ejército del general Gyulai a retirarse.
La batalla de Magenta no fue especialmente grande, ya que no participaron ni la caballería ni la artillería, pero fue una victoria decisiva para decantar la guerra hacia el bando sardo-francés.