Durante los primeros meses posteriores a la crisis de 1820, el gobernador fue el general Ocampo, cuyo gobierno no contentó a nadie, y terminó por ser derrocado por una alianza formada por Juan Facundo Quiroga y los Dávila.
La batalla se generalizó, pero las fuerzas del gobernador, desorientadas, fueron rápidamente derrotadas.
Si bien logró mantener el control de su provincia hasta su muerte en 1835, la única vez que fue gobernador de La Rioja fue durante los 4 meses y medio que siguieron a esta batalla.
Esto, al parecer, le daba más tranquilidad para participar en las guerras civiles contra los unitarios en las provincias vecinas, lo que le permitió convertirse en el máximo exponente de caudillo rural argentino y uno de los jefes más poderosos del partido federal.
Los Dávila, por su parte, quedaron definitivamente alejados del gobierno (excepto muy cortos períodos en la segunda mitad del siglo), perdieron mucho de su fortuna y se enrolaron en el partido unitario por oposición a Quiroga.