Batalla de Celaya

Después de esta batalla, hubo otras entre los mismos bandos en Trinidad, León, Santa Ana del Conde y Aguascalientes, pero Villa ya no volvería a operar al frente de la División del Norte.

Sin embargo, esto provocaría que después fuera conocido como el Manco de Celaya, confundiéndose muchas veces los datos, pues las dos batallas fueron cercanas.

Por el lado constitucionalista se contaba apenas con 11 000 mil hombres, bien armados y con suficientes municiones; para su fortuna tenían a su favor un factor defensivo: el mando y las acciones políticas con Estados Unidos de Venustiano Carranza.

Resultaba muy peligroso dispersar la caballería tan exageradamente, pero Obregón pretendía “desorientar al enemigo”.

A las pocas horas se trabó un furioso combate: los villistas chocaron contra la brigada del general Fortunato Maycotte en El Guaje.

Aprovechando la victoria de El Guaje, las tropas villistas continuaron impetuosamente su ataque sobre Celaya.

El general Álvaro Obregón había ordenado al general Benjamín Hill, segundo comandante del Ejército de Operaciones y comandante de la Infantería, que procediera a analizar el terreno y dispusiera convenientemente a las tropas.

A las nueve de la mañana se produjo una crisis en el campo constitucionalista: Los batallones 5o, 9.º., 17.º.

Mientras el general Obregón activaba personalmente el reamunicionamiento se le ocurrió un ardid que hoy pudiera llamarse acción de guerra psicológica, al ordenar a un joven corneta del 9.º Batallón tocar “diana”, lo que creó confusión en las tropas villistas.

En esos momentos se produjo otro desconcierto, el general Maximiliano Kloss, comandante de la artillería constitucionalista, ante la desesperación en combate durante una carga villista, ordenó precipitadamente la retirada de sus piezas, decisión que motivó al general Álvaro Obregón a ordenar su fusilamiento, aunque más tarde las cosas se aclararon y no se llegó a esa medida.

Mientras tanto y dándose cuenta de esta situación, Pancho Villa ordenó un ataque general.

La caballería al mando de los generales Cesáreo Castro, Maycotte, González y Novoa actuó con resolución, llevando a cabo un doble envolvimiento sobre el enemigo.

Las diezmadas huestes villistas se retiraron a Salamanca con objeto de reorganizarse, recibir refuerzos, curar las heridas y sobre todo preparar su nueva operación.

El día 12 llegó un convoy de municiones al mando del general Antonio Norzagaray, con lo que quedó solucionado este aspecto para los constitucionalistas.

El día 13, como lo había dicho Pancho Villa en una carta que le enviara al general Álvaro Obregón, se inició la segunda batalla.

El general Álvaro Obregón tomó otra vez la defensiva, manteniendo una gran reserva.

Venustiano Carranza, comprendiendo la situación desesperada de los que combatían, envió con toda rapidez un tren con municiones.

General del Ejército Constitucionalista Álvaro Obregón, Su victoria sobre Pancho Villa lo catapultó a la fama nacional. Se convirtió en presidente de México en 1920.