Batalla de Bucaramanga (1854)

Pereira llegó a Bucaramanga poco tiempo después de iniciada la batalla.

Con gran tacto, Pereira le dio razones a Collazos para desistir de su empeño, entre ellas la de hallarse su hijo en Honda bajo las órdenes del general París, en el mismo ejército al que estaba enfrentándose.

Luego de algunos improperios, Collazos amenazó a Pereira con hacerlo fusilar, a lo que el comisionado respondió que le darían trato de traidor, lo que provocó la ira del general, quien hizo una exclamación de fuego, saliendo Pereira del lugar precipitadamente y perseguido por distintas balas, de las cuales ninguna logró interesarlo.

El comandante Rincón, enterado de los detalles de la conferencia, dispuso el asalto al cuartel, el cual se inició con un álgido intercambio de disparos que menguó cuando el fuego que iniciaron unos soldados en una esquina del cuartel se tomó la edificación e hizo emprender la fuga a varios soldados.

Un capitán Polanco notó que la ventana desde la cual Collazos habló con Pereira había sido destruida, por lo que ingresó en medio del ataque enemigo al cuartel para abrir la entrada principal del mismo y permitir el paso del grueso del ejército, el cual llegó hasta al punto desde el cual se defendía Collazos, quien cesó su resistencia al recibir una bala en la frente.