La batalla tuvo lugar en las inmediaciones del río Auvézère, que marcaba el límite entre los territorios ingleses y franceses.
Enrique continuó su victoriosa campaña, hasta que se retiró a Burdeos en busca de tropas más frescas.
A la fortaleza llegó el ejército francés, liderado por Luis de Poitiers, compuesto por 7000 soldados.
Los franceses cercaron el castillo cortando las comunicaciones y los suministros que provenían del oeste.
Enrique apostó a sus hombres en una colina desde la que se divisaba el campamento y la fortaleza.
La sorpresa fue mayúscula y fue precisamente este factor el que decantó la balanza en favor de los ingleses.
Poco después de la batalla, las relaciones internaciones se resintieron: el avance normando hacia territorio inglés fue suspendido y durante seis meses no se tiene constancia de ninguna campaña francesa en Gascuña.
Además de la victoria política, los ingleses lograron una importante victoria moral, ya que la población local, incluidos los señores feudales, se sometieron a las leyes inglesas y se asentó sobre Gascuña un absoluto control que aún había de durar cien años más.